No arriesgue el mármol temerario
 gárrulas infracciones al todopoder del olvido,
 rememorando con prolijidad
 el nombre, la opinión, los acontecimientos, la patria.
 Tanto abalorio bien adjudicado está a la tiniebla
 y el mármol no hable lo que callan los hombres.
 Lo esencial de la vida fenecida
 -la trémula esperanza,
 el milagro implacable del dolor y el asombro del goce-
 siempre perdurará.
 Ciegamente reclama duración el alma arbitraria
 cuando la tiene asegurada en vidas ajenas,
 cuando tú mismo eres la continuación realizada
 de quienes no alcanzaron su tiempo
 y otros serán (y son) tu inmortalidad en la tierra. 
Fervor de Buenos Aires.
Jorge Luis Borges.
Poesía completa.
 
