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464 # Walden

 


... a veces constataba que cualquier objeto natural puede procurar la compañía más dulce y tierna, la más inocente y alentadora, incluso para el pobre misántropo y para el hombre más melancólico. No puede haber una melancolía realmente negra para el que vive en medio de la naturaleza y goza de sus sentidos. Jamás hubo una tormenta tal que un oído sano e inocente no pueda convertir en música eoliana.


Walden

Henry David Thoreau

105 # El unicornio (XIII)

 Y Salah ed- Din Yusuf parecía dispuesto esta vez, como la tigresa gigante, a volcar encima de nosotros la totalidad de sus fuerzas, hasta anonadarnos. Su vanguardia, luego de la conjunción de sus tropas con las de su hijo, había atravesado el Jordán, había llevado hasta Nazaret el saqueo y había enlodado con sus sacrilegios la bienaventuranza del Tabor. Nunca, en las crónicas del Islam, se consignó la existencia de un ejercito tan formidable, al que compararon con las ondas del océano. Quizás a unos cincuenta mil individuos armados ascendía el contingente del amo de Egipto, de Damasco y Alepo, del soberano de Mosul, cuyas tiendas, plantadas en torno del lago Tiberiades, cubrían con su oleaje las largas planicies, y cuyos negros estandartes repetían la inscripción fatídica y orgullosa, profundamente oriental en su áspero misticismo: Salah ed. Din, el Rey de los Reyes, el Vencedor de los Vencedores, es, como los demás hombres, esclavo de la Muerte.

El unicornio.
Manuel Mujica Lainez.


103 # El unicornio (XI)

No se asombre el lector y no piense que es menester pasar de los antiguos romanos al redescubrimiento italiano del paganismo, para encontrar tipos como el cuarto Onfroi de Torón. También los hubo en la Edad Media y, con matices distintos, lo refirma lo que apunté con referencia a Aymé de Caste- Roussillon y su desventura. El hombre - me lo enseña mi pericia de personaje que persiste a través del tiempo - es siempre el mismo, en todas las épocas. Cambia sus dioses y sus amos políticos, modifica su traje y su bienestar, pero él no varía. Onfroi IV hubiera podido ser un contemporáneo de quien me lee y un contemporáneo de Alciabíades, de Adriano o de Pier Franceso Orsini, duque de Bomarzo, como era un contemporáneo de sire Aiol.

El unicornio.
Manuel Mujica Lainez.