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465 # Walden

                            


 La poesía y la mitología antiguas sugieren que la agricultura fue una vez un arte sagrado, pero nosotros lo practicamos con urgencia irreverente y descuido. Nuestro único objetivo es tener grandes granjas y grandes cosechas. No tenemos festividad ni procesión ni ceremonia, y nuestras ferias de ganado, o el así llamado Día de Acción de Gracias, no parecen la excepción por medio de la cual el granjero expresa un sentido de lo sagrado en su oficio, o bien recuerda su origen sagrado. Lo que le lleva allí son el premio y la fiesta. No ofrece sacrificios ni a Ceres y ni a Júpiter terrestre, sino más bien al infernal Plutus. Por avaricia y egoísmo, y gracias a esa costumbre servil de la que nadie se libra y que permite considerar la tierra como una propiedad, o como el medio para adquirir una propiedad, el paisaje se deforma, la agricultura degenera con nosotros y el granjero lleva una vida mezquina. Sólo conoce la Naturaleza como un ladrón.

Walden

Henry David Thoreau

280 # Rubaiyat

 

Torne en mi voz la métrica del persa
a recordar que el tiempo es la diversa
trama de sueños ávidos que somos
y que el secreto Soñador dispersa.
 
Torne a afirmar que el fuego es la ceniza,
la carne el polvo, el río la huidiza
imagen de tu vida y de mi vida
que lentamente se nos va de prisa.
 
Torne a afirmar que el arduo monumento
que erige la soberbia es como el viento
que pasa, y que a la luz inconcebible
de Quien perdura, un siglo es un momento.
 
Torne a advertir que el ruiseñor de oro
canta una sola vez en el sonoro
ápice de la noche y que los astros
avaros no prodigan su tesoro.
 
Torne la luna al verso que tu mano
escribe como torna en el temprano
azul a tu jardín. La misma luna
de ese jardín te ha de buscar en vano.
 
Sean bajo la luna de las tiernas
tardes tu humilde ejemplo las cisternas,
en cuyo espejo de agua se repiten
unas pocas imágenes eternas.
 
Que la luna del persa y los inciertos
oros de los crepúsculos desiertos
vuelvan. Hoy es ayer. Eres los otros
cuyo rostro es el polvo. Eres los muertos.
 

Elogio de la sombra.

Jorge Luis Borges.

Poesía completa.

 

 

231 # Bomarzo (X)

Mis ojos se apartaban entonces de la compañía e iban hacia el valle, donde una columna de humo, con tenues volutas amarillas, me aseguraba que Silvio de Narni seguía entregado a su desesperada labor, y en esas oportunidades me costaba determinar cuál era la auténtica de las dos verdades que a mi vista se brindaban y cuál la absurda fantasía: si el alquimista que, hundido como un topo en el seno de la tierra, rodeado de las efigies de los supremos taumaturgos, mezclaba sus filtros buscando la fórmula del oro y de la inmortalidad, o los hombres de letras que con bellas palabras astutas, esforzándose para hipnotizarse entre sí por medio de metáforas y emblemas, practicaban otra forma de magia, preciosa y estéril.

 

Bomarzo.
Manuel Mujica Lainez.

168 # Partida



Un camino
hasta el confín
altas puertas de oro
lo cierran;
galerías profundas;
arcadas...


El aire no tiene peso;
las puertas se balancean
en el vacío;
se deshacen en polvo de oro;
se juntan,se separan;
bajan a las tumbas
de algas;
suben cargadas de corales.
Rondas,
hay rondas de columnas;
las puertas se esconden
detrás de los parapetos azules;
el agua brota en campos de nomeolvides;
echa desiertos de cristales morados;
incuba grandes gusanos esmeraldas;
se trensa sus brazos innumerables.


Lluvia de alas
ahora;
ángeles rosados
se clavan como flechas
en el mar.
Podría caminar sobre ellos
sin hundirme.


Una senda de cifras
para mis pies;
Columnas de número
para cada paso,
submarinas.


Me llevan:
enredaderas invisibles
alargan sus garfios
desde el horizonte:
Mi cuello cruje.
Ya camino.
El agua no cede.
Mis hombros se abren en alas.
Toco con sus extremos
los extremos del cielo
bañando el mar...
Amapolas,amapolas,
no hay más que amapolas...


Me aligero:
la carne cae de mis huesos.
Ahora.
E l mar sube por el canal
de mis vértebras.
Ahora.
El cielo rueda por el lecho
de mis venas.
Ahora.
¡El sol¡ ¡El Sol¡
Sus últimos hilos
me envuelven,
me impulsan.
Soy un uso,
¡Giro,giro,giro,giro¡
 
 

"Irremediablemente"
Alfonsina Storni.
                                                                                                                                    Antología Mayor.

 

167 # La palabra

Naturaleza: gracias por este don supremo
Del verso, que me diste:
Yo soy la mujer triste
A quien Caronte ya mostró su remo.
¿Qué fuera de mi vida sin la dulce palabra?
Como el óxido labra
Sus arabescos ocres,
Yo me grabé en los hombres, sublimes o mediocres.
Mientras vaciaba el plomo, caliente, de mi pecho,
No sentía el acecho,
Torvo y feroz, de la sirena negra.
Me salí de mi carne, gocé el goce más alto:
Oponer una frase de basalto
Al genio oscuro que nos desintegra.

 


"Ocre"
Alfonsina Storni.
                                                                                                                                    Antología Mayor.