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027 # Reflexiones sobre wikileaks



La regla por la que los expedientes secretos deben confeccionarse solo con noticias ya conocidas es esencial para la dinámica de los servicios secretos, y no solo en este siglo. Y es esa misma regla según la cual si ustedes van a una libreria dedicada a publicaciones esotéricas, ven cada libro nuevo (sobre el Grial, sobre el misterio de Rennes-le-Château, sobre los Templarios o sobre los Rosa-Cruz) repite exactamente lo que ponía en los libros anteriores. No solo porque el autor de textos ocultistas no le gusta llevar a acabo investigaciones inéditas (ni sabría dónde buscar noticias sobre lo inexistente), sino porque los devotos del ocultismo creen solo en lo que ya saben y les confirma lo que conocían. Que es, al fin y al cabo, el mecanismo del exito de Dan Brown.

Construir al enemigo.
Umberto Eco.



025 # Astronomías imaginarias

¿Cómo era posible que personas que consideraban la Tierra esférica hicieran mapas donde se veía una Tierra plana? La explicación es que lo hacemos tambien nosotros. Criticar estos mapas porque son planos sería como criticar un atlas contemporáneo porque es plano. Se trataba de una forma ingenua y convencional de proyección cartográfica...

... Ahora, intenten pensar en el mapa de las líneas de ferrocarril que nos propone esos horarios de trenes que encontramos en los quioscos. Nadie, a partir de esa serie de nudos, de por sí clarísima si hemos de tomar un tren desde Milán hasta Livorno (y enterarnos de que debemos pasar por Génova), podría extrapolar con exactitud la forma de Italia. La forma exacta de Italia no interesa a quienes tiene que ir a la estación.

Los romanos trazaron una serie de carreteras que conectaban todas las ciudades del mundo conocido, pero podemos ver cómo se representaban en el mapa denominado peutingeriano, por el nombre de quien lo descubrió en el siglo XV.

La parte superior representa a Europa, la inferior a África, pero estamos en la misma situación del mapa de los ferrocarriles. En este mapa se pueden ver las carreteras, de dónde salen y adónde llegan pero no se adivina mínimamente ni la forma de Europa ni la del Mediterráneo ni la de África (y sin duda los romanos tenían nociones geográficas mucho más precisas). Pero no les interesaba la forma de los continentes, sino la noticia de que, por ejemplo, había una carretera que permitía ir desde Marbella hasta Génova. 


... ¿Cuánto separa mucha ciencia ficción de la ciencia que la ha precedido o la seguirá? Si los narradores de ciencia ficción leen sin duda a los científicos, ¿ cuántos científicos han alimentado su imaginación con los narradores de ciencia ficción? ¿Cuántas de las astronomías imaginarias de la ciencia ficción siguen o seguirán siendo un día todavía imaginarias?...

...¿Cómo nacio y qué finalidad tenía la carta del preste Juan? Quizá se trataba de un documento de propaganda antibizantina, elaborado en los scriptoria de Federico I, pero el problema no reside tanto en su origen como en su recepción. A través del fantasear geográfico se fue reforzando poco a poco un proyecto político. En otras palabras, el fantasma evocado por agún escriba en vena de falsificaciones ( género literario muy estimable en aquella época) actuó como coartada para la expansión del mundo cristiano hacia África y Asia, amigable sostén del fardo del hombre blanco.

He aquí, pues, un caso de geografía imaginaria que ha producido historia verdadera. No es el único. Quisiera acabar con el Typus orbis terrarum de Ortelio, del siglo XVI.

Ortelio nos representaba ya el continente americano con notable precisión, pero seguía pensando, como muchos antes y después de él, que existía una Terra australis, un inmensa calota que envolvía toda la parte antártica del planeta. Para encontrar esta inexistente Tierra austral, navegadores incansables, desde Mendaña hasta Bogainville, desde Tasman hasta Cook, exploraron el Pacífico. Gracias a una cartografía imaginaria se descubrieron por fin la verdadera Australia, Tasmania, Nueva Zelanda.

Piedad, pues, por quienes han combatido en la fronteras de lo ilimitado y del porvenir. piedad por las grandezas y los errores a menudo fecundos de todas las geografías y astronomías imaginarias. 


Construir al enemigo.
Umberto Eco.



024 # "Velinas" y silencio



Y quién sabe cuántas bombas verdaderas han sido colocadas precisamente para hacer desaparecer de la primera página otras noticias...

...El telediario de la primera cadena de nuestra televisión pública es el ejemplo príncipe de esta técnica, repleto de terneras con dos cabezas, pequeños robos, es decir, sucesos menudos que antaño los periódicos relegaban precisamente al final y que hoy, en cambio, sirven para llenar tres cuartos de hora de información, para que así no nos demos cuenta de que se han callado las informaciones que había que dar. 


Construir al enemigo.
Umberto Eco.



023 # "Hugo Helas!"


Todo discurso sobre Victor Hugo suele empezar con una afirmación de Gide: cuando le preguntaron quién era el mayor poeta francés, exclamó "Hugo, Helás!" ("Hugo,¡ay de mi!"). Si queremos ensañarnos, seguimos con la cita de Cocteau: "Victor Hugo era un loco que se creía Victor Hugo"

El grito de dolor de Gide significaba muchas cosas, pero ya se tiende a interpretarlo en el sentido de que Hugo (tambien y quizá precisamente el Hugo narrador) es un gran escritor a pesar de sus innumerables defectos, su grandilocuencia, su retórica a veces insoportable. La afirmación de Cocteau, en cambio es inexacta: Victor Hugo no es un loco que se creía Victor Hugo; Victor Hugo se creía Dios, o por lo menos su interprete autorizado.

... 

El gusto por el exceso explica por qué Cocteau podía tomar a Hugo por el Señor Dios, personaje excesivo por definición, que mueve el abismo para crear el cielo y la tierra, desencadena diluvios universales, hunde a los pecadores en las vísceras de la Gehena, y mucho más (¡pardiez, un poco de moderación!) 

...

Hugo se enternece por la fealdad irredimible de la araña y de la ortiga ("Quiero a la araña y a la ortiga / porque son aborrecidas.../ Oh, tú que pasas, sé amable con esa planta oscura, con el pobre animal, con su fealdad y su picadura./¡Ten piedad del mal!")

...

Un autor (a menos que no mire a los cuartos, y escriba sin esperanza de inmortalidad para modistillas, viajantes de comercio o amantes de la pornografía conocidos por sus gustos en ese preciso momento y determinado país) no trabaja nunca para el propio lector empírico, sino que intenta construir un Lector modelo, es decir, ese lector que, si acepta desde el principio las reglas del juego textual que se le propone, se convertirá en el lector ideal de ese libro, incluso mil años después...


Construir al enemigo.
Umberto Eco.



022 # Delicias fermentadas


Durante muchos siglos y por parte de muchos se consideró que la maliginidad intrínsica del queso, su "nequicia", era preavisada y marcada por su olor, para muchos nauseabundo y nauseante, índice seguro de materia "mortecina", de residuo en descomposición, materia deletérea, sustancia pútrida nociva para la salud y terrible corruptor de los humores...

...Apenas ese cuerpo, bien compuesto no obstante y bien organizado, es encerrado en el sepulcro, cambia de color y se vuelve amarillo y pálido, pero de una palidez y de una lividez que produce náuseas e inspira miedo. Luego ennegrece por completo desde la cabeza hasta los pies, y una erupción sombría y negra, como de carbón, lo reviste y lo recubre. Después comienza a hincharse extrañamente por el rostro, por el pecho y por el vientre, sobre la hinchazón del estómago surge un moho fétido y graso, asqueroso indicio de la inminente corrupción. Al poco tiempo, el vientre así de amarillo e hinchado comienza a rasgarse, y se produce aquí un reventón y allá una rotura, por donde mana una lenta lava de podredumbre y porquería en la que flotan y nadan pedazos y fragmentos de aquella carne negra y purulenta. Aquí se ve flotar un medio ojo putrefacto, allá un pedazo de labio podrido y corrupto, y más adelante un grupo de intestinos rasgados y lívido. En este fango grasiento se genera además una gran cantidad de moscas menudas, de gusanos y de otros asqueroso animalitos que bullen y se aovillan en la sangre corrupta, y lanzándose sobre aquella carne marchita la comen y la devoran. Una parte de esos gusanos sale del pecho, otra parte fluye de la nariz junto con una sustancia sucia y mucosa; otros, enviscados en aquella putrefacción, entran y salen por la boca, y los más hartos van y vienen, gorgotean y regorgotean garganta abajo.

...A veces ,al leer de corrido todos los libros de Camporesi (que, en cambio, hay que dosificar) intentando representarnos con la imaginación aquello de lo que habla, podríamos sentirnos embargados por la saciedad y la sospecha de que entre desear nadar en la crema y desear nadar entre las heces no hay mucha diferencia. 

Construir al enemigo.
Umberto Eco.



021 # Tras tesoros



Cuando se visita un tesoro no hay que acercarse necesariamente a las reliquieas con ánimo científico, de otro modo se corre el riesgo de perder la fe, puesto que noticias legendarias comunican que en el siglo XII en una catedral alemana se conservaba el craneo de san Juan Bautista a la edad de doce años. Claro que una vez, el un monasterio del monte athos, hablando con el monje bibliotecario, descubrí que había sido alumno de Roland Barthes en París y había participado en el mayo del 68. Entonces, sabiendo que era hombre de cultura, le pregunté si creía en la autenticidad de las reliquias que besaba devotamente cada mañana al alba, durante una interminable y sublime función religiosa. El monje me sonrió con dulzura, concierta maliciosa complicidad, y me dijo que el problema no residía en la autenticidad sino el la fe, y que él, al besar las reliquias, percibía su perfume místico. En fin, no es la reliquia la que hace la fe, sino la fe la que hace la reliquia.

Construir al enemigo.
Umberto Eco.



020 # Construir al enemigo



...Tener un enemigo es importante no solo para definir nuestra identidad, sino tambien para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor...



...Los enemigos son distintos de nosotros y siguen costumbres que no son las nuestras. 

Uno diferente por excelencia es el extranjero. Ya en los bajorrelieves romanos los bárbaros aparecen barbudos y chatos, y el mismo apelativo de bárbaros, como es sabido, hace alusión a un defecto del lenguaje y, por lo tanto, de pensamiento.

Ahora bien, desde el principio se construyen como enemigos no tanto a los que son diferentes y que nos amenazan directamente (como sería el caso de los bárbaros), sino a aquellos que alguien tiene interés en representar como amenazadores aunque no nos amenacen directamente, de modo que lo que ponga de relieve su diversidad no sea su carácter de amenaza, sino que sea su diversidad misma la que se convierta en señal de amenaza... 


...El enemigo debe ser feo porque se identifica lo bello con lo bueno (Kalokagathia), y una de las características fundamentales de la belleza ha sido lo que la Edad Media denominará integritas (es decir, tener todo lo que se requiere para ser un representante medio de una especie, por lo cual, entre los humanos, serán feos los que carecen de un miembro, de un ojo, tienen una estatura inferior a la media o un color "deshumano")...


...Así pues, ¿la ética es impotente ante la necesidad ancestral de tener enemigos? Yo diría que la instancia ética sobreviene no cuando finjimos que no hay enemigos, sino cuando se intenta entenderlos, ponerse en su lugar. No hay en Esquilo rencor hacia los persas, cuya tragedia vive entre ellos y desde su punto de vista César trata a los galos con mucho respeto; a lo sumo, hace que resulten un poco lloricas cada vez que se rinden, y Tácito admira a los germanos, puesto que tienen una hermosa complexión y se limita a deplorar su suciedad y su reluctancia a llevar a cabo trabajos pesados porque no soportan ni el calor ni la sed.


Intentar enteder al otro significa destruir los clichés que lo rodean, sin negar ni borrar su alteridad.



Construir al enemigo.
Umberto Eco.



 

018 # El nombre de la rosa (XIV)


Cuanto más releo esta lista, más me convenzo de que es producto del azar y no contiene mensaje alguno. Pero esas páginas incompletas me han acompañado toda la vida que desde entonces me ha sido dado vivir, las he consultado a menudo como un oráculo, y tengo casi la impresión de que lo que he escrito en estos folios, y que ahoratú, lector desconocido, leerás, no es más que un centón, un carmen figurado, un inmenso acr´sotico que no dice ni repite otra cosa que lo que aquellos fragmentos me han sugerido, como tampoco sé ya si el que ha hablado hasta ahora he sido yo o, en cambio, han sido ellos los que han hablado por mi boca. Pero en cualquier caso, cuanto más releo la historia que de ello ha resultado, menos sé si ésta contiene o no una trama distinguible de la mera sucesión natural de los acontecimientos y de los momentos que la relacionan entre sí. Y es duro para este viejo monje, ya en el umbral de la muerte, no saber si la letra que ha escrito, contiene o no algún sentido oculto, ni si contiene más de un, o muchos, o ninguno.

Umberto Eco.


  

017 # El nombre de la rosa (XIII)


-Era la mayor biblioteca de la cristiandad- dijo Guillermo-. Ahora- añadió,- es verdad que está cerca el anticristo, porque ningún saber impedirá ya su llegada. Por otra parte, esta noche hemos visto su rostro.

-¿El rostro de quién?- pregunté desconcertado.

-Hablo de Jorge. En ese rostro devastado por el odio hacia la filosofia he visto por primera vez el retrato del anticristo, que no viene de la tribu de Judas, como afirman los que anuncian su llegada, ni de ningún pais lejano. El anticristo puede nacer de la misma piedad, del excesivo amor por Dios o por la verdad, así como el hereje nace del santo y el endemoniado del vidente. Huye, Adso, de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar tambien la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia. Jorge ha realizado una obra diabólica, porque era tal la lujuria con la que amaba su verdad, que se atrevió a todo para destruir la mentira. Tenía miedo del segundo libro de Aristóteles, porque tal vez éste enseñase realmente a deformar el rostro de toda verdad para que no nos convirtiésemos en esclavos de nuestros fantasmas. Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que éstos se rían de la verdad, lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad. 

Umberto Eco.


016 # El nombre de la rosa (XII)


Sin duda, la iglesia era más accesible, y por tanto, más defendible que la biblioteca. A esta última hora la había condenado su propia impenetrabilidad, el misterio que la protegía, la escasez de sus accesos. La iglesia, maternalmente abierta a todos en la hora de la oración, también estaba abierta para recibir el auxilio de todos en la hora de la necesidad. Pero no había más agua, o había muy poco acumulada, y las fuentes la suministraban con natural parsimonia, y con una lentitud que no correspondía a la urgencia del momento. Todos habrían querido apagar el incendio de la iglesia, pero ya nadie sabía cómo hacerlo. Además, el fuego había empezado por arriba, hasta donde era difícil izarse para golpear las llamas o ahogarlas con tierra y trapos.

Umberto Eco.


015 # El nombre de la rosa (XI)


La lámpara fue a parar justo al montón de libros que habían caido de la mesa y yacían unos encima de otros con las páginas abiertas. Se derramó el aceite, y en seguida el fuego prendió en un pergamino muy frágil que ardió como un haz de una hornija reseca. Todo sucedió en pocos instantes: una llamarada se elevó desde los libros, como si aquellas páginas milenarias llevasen siglos esperando quemarse y gozaran al satisfacer de golpe una sed inmemorial de ecpirosis. Guillermo se dio cuenta de los que estaba sucediendo y soltó al viejo- que al sentirse libre retrocedió unos pasos-; vaciló un momento, sin duda demasiado largo, dudando entre coger de nuevo a Jorge o lanzarse a apagar la pequeña hoguera. Un libro más viejo que los otros ardió casi de golpe, lanzando hacia lo alto una lengua de fuego.

Umberto Eco.


014 # El nombre de la rosa (X)


- Pero no querías que Malaquías muriese. Es probable que nunca haya mirado los libros del finis Afriacae. Se fiaba de ti. Respetaba tus prohibiciones. Se limitaba a colocar las hierbas al anochecer para espantar a los posibles curiosos. Era Severino quien se las proporcionaba. Por eso aquel día Severino los dejó entrar en el hospital: era su visita diaria para recoger las hierbas frescas que le preparaba cada día por orden del Abad. ¿Estoy en lo cierto?

-Sí. Yo no quería que Malaquías muriese. Le dije que encontrara el libro costase lo que costase, y que volviera a traerlo aquí, sin abrirlo. Le dije que tenía el poder de mil escorpiones. Pero por primera vez el insensato quiso actuar por cuenta propia. Yo no quería que muriese, era un fiel ejecutor. Pero no me repitas lo que sabes. No quiero alimentar tu orgullo. De eso ya te encargas tú.

Umberto Eco.


013 # El nombre de la rosa (IX)


- Bencio- me dijo luego Guillermo- es víctima de una gran lujuria, que no es la de Berengario ni la del cillerero, sino la de muchos estudiosos, la lujuria del saber. Del saber por sí mismo. Se encontraba excluido de una parte de ese saber, y deseaba apoderarse de ella. Ahora lo ha hecho. Malaquías sabía con quien trataba, y se valió del recurso más idóneo para recuperar el libro y sellar los labios de Bencio. Me preguntarás de qué sirve dominar toda esa reserva de saber sí se acata la regla que impide ponerlo a disposición de todos los demás. Pero por eso he hablado de lujuria. No era lujuria la sed de conocimiento que sentía Roger Bacon, pues quería utilizar la ciencia para hacer más feliz al pueblo de Dios y, por tanto, no buscaba el saber por el saber. En cambio, la curiosidad de Bencio es insaciable, es orgullo del intelecto, un medio como cualquiera de los otros de que dispone un monje para transformar y calmar los deseos de su carne, o el ardor que lleva a otros a convertirse en guerreros de la fe, o de la herejía. No sólo es lujuria de la carne. Tambien lo es la de Bernardo Gui: perversa lujuria de justicia, que se identifica con la lujuria del poder. Es lujuria de riqueza la de nuestro santo y ya no romano pontífice. Era lujuria de testimonio, de transformación, de penitencia y de muerte la del cillerero en su juventud. Y es lujuria de libros la de Bencio. Como todas las lujurias, como la de Onán, que derramaba su semen en la tierra, es lujuria esteril, y nada tiene que ver con el amor, ni siquiera con el amor carnal...

Umberto Eco.


012 # El nombre de la rosa (VIII)


 -¿No hay mejores argumentos - pregunté a mi maestro, mientras Arborea se encarnizaba con la barba del obispo de Caffa - para demostrar o refutar la tesis de la pobreza de Cristo?

-Querido Adso- dijo Guillermo-, puedes afirmar cualquiera de las dos cosas, y nunca podrás decidir, sobre la base de los evangelios, si Cristo consideró o no propia, y hasta qué punto, la túnica que llevaba puesta, y que probablemente tirase cuando estaba gastada. Y, si quieres, la doctrina de Tomás de Aquino sobre la propiedad es más audaz que la nuestra. Los franciscanos decimos: no poseemos nada, todo lo tenemos en uso. El decía: podeis consideraros poseedores, siempre y cuando, si a alguien le faltase algo que vosotros poseyerais, le concedáis su uso, y no por caridad, sino por obligación. Pero lo que importa no es si Cristo fue o no pobre. Y la pobreza no se refiere tanto a la posesión o no de un palacio, como a la conservación o a la pérdida del derecho de legislar sobre las cosas terrenales.

Umberto Eco.



011 # El nombre de la rosa (VII)



Fue entonces cuando se puso en pie con ademán vehemente Fray Girolamo, obispo de Caffa. La barba le temblaba de ira a pesar de que sus palabras trataban de ser conciliadoras. Empezó a argumentar de una manera que me pareció bastante confusa.

- Lo que quería decir al Santo Padre, y yo mismo lo diré, empiezo aceptando que me lo corrija, porque en verdad creo que Juan es el vicario de Cristo, y por declararlo me tuvieron preso los sarracenos. Y comenzaré citando un hecho que menciona un gran doctor, relativo a la disputa que se planteó cierto día entre unos monjes sobre quien era el padre de Melquidesec. Y entonces el abad Copes, al ser interrogado sobre eso se dio un golpe en la cabeza y dijo: "Ten cuidado, Copes, porque solo buscas lo que Dios no te deja buscar, y descuidad lo que te ordena encontrar". Pues bien, como se deduce con toda claridad de mi ejemplo, el hecho de que Cristo y la Virgen bienaventurada y los apóstoles nunca tuvieron nada en común ni en particular es más evidente, incluso, que el hecho de que Jesús fue hombre y Dios al mismo tiempo, ¡Hasta el punto de que me parece evidente  que quien negase lo primero estaría obligado a negar tambien lo segundo!

Lo dijo con tono triunfal y vi que Guillermo alzaba los ojos al cielo.



Umberto Eco.


009 # El nombre de la rosa (VI)



Por eso no lo hicimos todo de una tirada. Nos detuvimos a curiosear en los armaria, ahora que, con sus nuevas lentes calzadas en la nariz, podría demorarse leyendo los libros, Guillermo prorrumpía en exclamaciones de júbilo cada vez que descubría otro título, ya fuese porque conocía la obra, porque hacía tiempo que la buscaba o, por último, porque nunca la había oído mencionar, y eso excitaba al máximo su curiosidad.

En suma, cada libro era para él como un animal fabuloso encontrado en una tierra desconocida. Y mientras hojeaba un manuscrito me ordenaba que buscase otros. 

Umberto Eco.


008 # El nombre de la rosa (V)



-Entonces no sabemos nada y estamos igual que antes- dije, muy contrariado.

Guillermo se detuvo y me miró con expresión no del todo benevola.

- Querido muchacho- dijo, - este que aquí ves es un pobre franciscano, que con sus modestos conocimientos y el poco de habilidad que debe a la infinita potencia del Señor ha logrado descifrar en pocas horas una escritura secreta cuyo autor estaba convencido de ser el único capaz de descifrar... ¿y tú, miserable bribón, eres tan ignorante como para atreverte a decir que estamos igual que al principio?

Trate de disculparme como pude. Había herido la vanidad de mi maestro. Sin embargo, él sabía lo orgulloso que yo estaba de la rapidez y consistencia de las deducciones. Era cierto que su trabajo había sido admirable. Él no tenia culpa de que el astutísimo Venancio no solo hubiese ocultado su descubrimiento tras el velo de un oscuro alfabeto zodiacal, sino tambien hubiera formulado un enigma indescifrable.



Umberto Eco.


 

007# El nombre de la rosa (IV)



 Me impresionó la calma y la serenidad con que estaban entregados a sus tareas, como si no hubiera desaparecido uno de sus hermanos y no lo estuvieran buscando afanosamente por todo el recinto, y como si ya no hubiesen muerto otros dos en circustancias espantosas. Aquí se ve, dije para mi, la grandeza de nuestra orden; durante siglos y siglos , hombres como estos han asistido a la irrupción de los vórtices de fuego, y , sin embargo, han seguido ocupándose con amor de su pergaminos y sus tintas, y han seguido leyendo en voz baja unas palabras transmitidas a través de los siglos venideros. Si habían seguido leyendo y copiando cuando se acercaba el milenio, ¿por qué dejarían de hacerlo ahora?

Umberto Eco.


006 # El nombre de la rosa (III)


- Entonces- preguntó Guillermo- ¿Qué se dijo aquel día en que Anselmo, tú, Berengario, Venancio, Malaquías y Jorge discutisteis sobre los marginalia?

- Ya lo oisteis ayer. Jorge señaló que no es lícito adornar con imagenes risibles los libros que contienen la verdad. Venancio observó que el propio Aristóteles había hablado de los chistes y de los juegos de palabras como instrumentos para descubrir mejor la verdad, y que, por tanto, la risa no debía de ser algo malo si podía convertirse en vehículo de la verdad.

Umberto Eco.

005 # El nombre de la rosa (II)

-Te equivocas, Ubertino- respondió con mucha seriedad Guillermo-. Sabes que el maestro que más venero en Roger Bacon...

-Que deliraba acerca de las máquinas voladoras- se burló amargamente Ubertino.

-Que habló con gran claridad y nitidez del anticristo, mostrando sus signos en la corrupción del mundo y en el debilitamiento del saber. Pero enseñó que hay una sola manera de prepararse para su llegada: estudiar los secretos de la naturaleza, utilizar el saber para mejorar al género humano. Puedes prepararte para luchar contra el anticristo estudiando las virtudes de las plantas, la naturaleza de las piedras, e incluso, proyectando esas máquinas voladoras que te hacen sonreír.

-El anticristo de tu Bacon era un pretexto para cultivar el orgullo de la razón.

-Santo pretexto.

Umberto Eco.