007# El nombre de la rosa (IV)



 Me impresionó la calma y la serenidad con que estaban entregados a sus tareas, como si no hubiera desaparecido uno de sus hermanos y no lo estuvieran buscando afanosamente por todo el recinto, y como si ya no hubiesen muerto otros dos en circustancias espantosas. Aquí se ve, dije para mi, la grandeza de nuestra orden; durante siglos y siglos , hombres como estos han asistido a la irrupción de los vórtices de fuego, y , sin embargo, han seguido ocupándose con amor de su pergaminos y sus tintas, y han seguido leyendo en voz baja unas palabras transmitidas a través de los siglos venideros. Si habían seguido leyendo y copiando cuando se acercaba el milenio, ¿por qué dejarían de hacerlo ahora?

Umberto Eco.