- Entonces- preguntó Guillermo- ¿Qué se dijo aquel día en que Anselmo, tú, Berengario, Venancio, Malaquías y Jorge discutisteis sobre los marginalia?
- Ya lo oisteis ayer. Jorge señaló que no es lícito adornar con imagenes risibles los libros que contienen la verdad. Venancio observó que el propio Aristóteles había hablado de los chistes y de los juegos de palabras como instrumentos para descubrir mejor la verdad, y que, por tanto, la risa no debía de ser algo malo si podía convertirse en vehículo de la verdad.
Umberto Eco.