008 # El nombre de la rosa (V)



-Entonces no sabemos nada y estamos igual que antes- dije, muy contrariado.

Guillermo se detuvo y me miró con expresión no del todo benevola.

- Querido muchacho- dijo, - este que aquí ves es un pobre franciscano, que con sus modestos conocimientos y el poco de habilidad que debe a la infinita potencia del Señor ha logrado descifrar en pocas horas una escritura secreta cuyo autor estaba convencido de ser el único capaz de descifrar... ¿y tú, miserable bribón, eres tan ignorante como para atreverte a decir que estamos igual que al principio?

Trate de disculparme como pude. Había herido la vanidad de mi maestro. Sin embargo, él sabía lo orgulloso que yo estaba de la rapidez y consistencia de las deducciones. Era cierto que su trabajo había sido admirable. Él no tenia culpa de que el astutísimo Venancio no solo hubiese ocultado su descubrimiento tras el velo de un oscuro alfabeto zodiacal, sino tambien hubiera formulado un enigma indescifrable.



Umberto Eco.