Cuando se visita un tesoro no hay que acercarse necesariamente a las reliquieas con ánimo científico, de otro modo se corre el riesgo de perder la fe, puesto que noticias legendarias comunican que en el siglo XII en una catedral alemana se conservaba el craneo de san Juan Bautista a la edad de doce años. Claro que una vez, el un monasterio del monte athos, hablando con el monje bibliotecario, descubrí que había sido alumno de Roland Barthes en París y había participado en el mayo del 68. Entonces, sabiendo que era hombre de cultura, le pregunté si creía en la autenticidad de las reliquias que besaba devotamente cada mañana al alba, durante una interminable y sublime función religiosa. El monje me sonrió con dulzura, concierta maliciosa complicidad, y me dijo que el problema no residía en la autenticidad sino el la fe, y que él, al besar las reliquias, percibía su perfume místico. En fin, no es la reliquia la que hace la fe, sino la fe la que hace la reliquia.
Construir al enemigo.
Umberto Eco.