014 # El nombre de la rosa (X)


- Pero no querías que Malaquías muriese. Es probable que nunca haya mirado los libros del finis Afriacae. Se fiaba de ti. Respetaba tus prohibiciones. Se limitaba a colocar las hierbas al anochecer para espantar a los posibles curiosos. Era Severino quien se las proporcionaba. Por eso aquel día Severino los dejó entrar en el hospital: era su visita diaria para recoger las hierbas frescas que le preparaba cada día por orden del Abad. ¿Estoy en lo cierto?

-Sí. Yo no quería que Malaquías muriese. Le dije que encontrara el libro costase lo que costase, y que volviera a traerlo aquí, sin abrirlo. Le dije que tenía el poder de mil escorpiones. Pero por primera vez el insensato quiso actuar por cuenta propia. Yo no quería que muriese, era un fiel ejecutor. Pero no me repitas lo que sabes. No quiero alimentar tu orgullo. De eso ya te encargas tú.

Umberto Eco.