048 # El hombre que ríe (II)

Cogían a un hombre y lo trocaban en un aborto; se tomaba una cara y la convertían en una mueca. Detenían el crecimiento y moldeaban el semblante. Esta producción artificial de casos teratológicos tenía sus reglas y constituía toda una ciencia. Imaginemos una ortopedía en sentido inverso. Donde Dios colocó la mirada, este arte ponía el estrabismo. Donde Dios imprimió la armonía, se introducía la deformidad. Donde Dios puso la perfección se restableció la chapuza. Y a los ojos de los entendidos, esto era lo perfecto.

Comprachicos.
El hombre que ríe.  
Victor Hugo.