Aquella huérfana tenía a aquel huérfano. Aquella inválida tenía a aquel deforme.
Aquellas viudedades se desposaban.
Una inefable acción de gracias emanaba de aquellas dos desgracias. Agradecían.
¿A quién?
A la inmensidad oscura.
Agradecer lo que se tiene ante sí, es suficiente. La acción de gracias tiene alas y va hacía donde debe ir. Vuestra plegaria sabe más que vosotros.
¡Cuántos hombres han creído en Júpiter y han rezado a Jehová! ¡Cuántos creyentes en amuletos han sido escuchados por el infinito! ¡Cuántos ateos no perciben que por el sólo hecho de ser buenos y estar tristes ruegan a Dios.
Gwynplaine y Dea estaban agradecidos.
El azul en la noche
El hombre que ríe.