095 # El unicornio (III)

       ...Entonces Azelaís, con un ademán perfecto, dejó caer la capucha sobre su espalda, y comprobé que entre nosotros se hallaba una muchacha de extraordinaria hermosura. Decididamente, Berta había entregado al mundo productos muy notables. Si se piensa en los míos: en Guy y sus enormes orejas; en Odón, cuyos órganos auditivos no le iban en zaga; en Urian, con un ojo más alto que el otro: en Regnault, que tenía uno solo; en el que tenía tres y a quien suprimimos- de lo que me arrepiento ahora, pues, dadas las bodas magníficas de los restantes, troncos de alcurnias ilustres, nada indíca que no hubiera sido capaz, él también, con sus tres ojos investigadores, de pescar una esposa rica y noble-; si se piensa en Geoffroy y su colmillo de jabalí; en Froimond y su mancha velluda de piel de topo... Pero toda comparación es odiosa.


El unicornio.
Manuel Mujica Lainez.