Cosmos
2. Una voz en la fuga cósmica.
-Los hombres, por el motivo que sea, apoyan la reproducción de algunas variedades y reprimen la reproducción de otras. La variedad que se ha seleccionado se reproduce de modo preferente;llega a ser abundante; la variedad desechada se hace rara y quizás llega a extinguirse.
Pero si los hombres pueden crear nuevas variedades de plantas y de animales, ¿no ha de poder hacer lo mismo la naturaleza? Este proceso similar se denomina selección natural. Si la selección artificial puede provocar cambios tan grandes en un período de tiempo tan corto, ¿de qué será capaz la selección natural trabajando durante miles de millones de años? La respuesta es toda la belleza y diversidad del mundo biológico. La evolución es un hecho,no una teoría.
El gran descubrimiento asociado con los nombres de Charles Darwin y de Alfred Russel Wallace
es que el mecanismo de la evolución es la selección natural. Hace más de un siglo estos científicos hicieron hincapié en que la naturaleza es prolífica, en que nacen muchos más animales y plantas de los que pueden llegar a sobrevivir y en que, por lo tanto, el medio ambiente selecciona las variedades que son accidentalmente más adecuadas para sobrevivir. Las mutaciones –cambios repentinos en la herencia– se transmiten enteras. Proporcionan la materia prima de la evolución. El medio ambiente selecciona las pocas mutaciones que aumentan la supervivencia, obteniéndose una serie de lentas transformaciones de una forma de vida en otra, que origina nuevas especies.
Y en el núcleo mismo de la vida en la Tierra las proteínas que controlan la química de la célula y los ácidos nucleicos que transportan las instrucciones hereditarias descubrimos que estas moléculas son esencialmente las misma en toda la plantas y animales. Una encina y yo estamos hechos de la misma sustancia. Si retrocedemos lo suficiente, nos encontramo con un antepasado común.